Ya hemos hablado varias veces de cómo las redes sociales pueden cambiar nuestra forma de viajar e interferir en la manera en la que vamos a vivir un viaje. Y no siempre esto da buenos resultados. Muchos sufren (o sufrimos) el llamado síndrome Fomo. Ese miedo a sentir que nos estamos perdiendo algo, que no nos lo estamos pasando tan bien como los demás o, aplicado a un viaje, que no vamos a conocer todos los lugares del destino al que vamos y que no habremos aprovechado bien el viaje por ello.
👉🏼 A ver si has vivido alguna vez esta situación: viajas a un destino, pongamos que Roma (por ejemplo). Vas a estar 3 días, es tu primera vez allí y quieres verlo TODO. Tienes una pequeña ansiedad por ir a todos los lugares turísticos que has vistos en Internet o en las redes. Te planificas hora a hora cada uno de los días: madrugón, café rápido por la mañana para no perder tiempo, taxis, prisas, enfados en el metro porque los de delante van más lentos que tú, colas impacientes, local de comida rápida a mediodía, 4 visitas en una tarde, cena en el restaurante del que todo el mundo habla, acostarse tarde y… misma hoja de ruta para el día siguiente. Verás muchas cosas, sí, pero… ¿has conocido algo de ese monumento más allá de sus muros físicos? ¿Sabes su historia? ¿Cuál ha sido tu motivación real de ir a verlo? ¿Conocerlo o hacerte la foto para que vean que has estado allí?
Origen del slow travel
Por todo este «estrés viajero» que hemos vivido tantos de nosotros surge el movimiento slow travel: darle al botón de pausa y disfrutar del camino de una manera más relajada. Asumir que no vamos a ver toda Roma en tres días y que no vamos a cenar en todos los restaurantes de París que hemos visto en Instagram. Y no pasa nada, pues al final del viaje importa más cómo te hayas sentido y lo bien que lo has pasado, que cuántos monumentos famosos has podido ver. Además, dejarse algo por visitar es la excusa perfecta para volver😜
El slow travel toma su base del movimiento slow food que inició el italiano Carlo Petrini en los 80 y que pretende proteger las tradiciones gastronómicas y los alimentos naturales y darle importancia al placer de comer con conciencia y de una manera calmada.
Cómo poner en práctica el slow travel y olvidar el síndrome FOMO
Son muchas las técnicas para viajar de una manera slow, con calma. La idea es elegir destinos que realmente puedas disfrutar y que se adapten a tus posibilidades (tiempo, presupuesto, medio de transporte) y hacerlo sin prisas, mimetizándote con el entorno, conociendo el lugar más allá de sus lugares de postal. Ya te dimos 29 consejos que cambiarían tu forma de viajar para siempre, pero aquí te dejamos las claves imprescindibles para ser un auténticx slow traveler.
- Deshecha la idea de contratar un paquete de viaje «todo incluido» o de comprar un viaje programado.
- Elige el destino en función de tus posibilidades: no elijas un lugar lejano si no tienes muchos días; pasarás más tiempo en el avión que otra cosa.
- Si vas lejos, ve en coche o tren y haz paradas en el camino que te permitan conocer otros lugares y no solo tu destino final.
- Muévete a pie y con el móvil guardado. Quizá el camino que haya de un museo a otro sea más especial que los museos en sí.
- Cambia el concepto visitar por descubrir.
- Recuerda que las vacaciones son para descansar. No te lleves tu acelerada rutina allá donde vayas.
- No eres una máquina. No sirve de nada querer verlo todo si vas a acabar exhausto/a y con una sensación de que aún te queda mucho por ver. Elige menos lugares para descubrir y hazlo a conciencia, interesándote por su historia y sus costumbres.
- Si quieres, planifica previamente una ruta básica para hacer los primero días, quédate con lo que más te haya gustado y vuelve a conocerlo en profundidad una mañana entera.
- Desayuna con calma, en un café de barrio o en una panadería de pueblo. Observa a los locales y ve a comprar al mercado los alimentos típicos de la zona.
- No sigas patrones occidentales en un destino oriental. Es decir, no comas en franquicias y alójate lo más cerca posible de los locales.
- Utiliza un cámara analógica para valorar cada foto y no hacerlas de todo lo que ves.
- En la misma línea: no pretendas publicarlo todo en Instagram. Elige 2 o 3 fotos y date el gusto de colgarlas, pero no lo quieras enseñar todo. Guárdate algo solo para ti.
- Visita lugares slow: pueblos desconocidos, ciudades pequeñas, lugares de los que nadie habla…
¿Crees que tú también viajas de una forma estresada y que padeces el síndrome Fomo? Si es así, nos encantaría saber si vas a poner estos consejos en práctica o si tienes algún otro método para combatirlo. También nos gustaría dejarte por aquí algunos consejos que deberías leer si eres una viajera solitaria. ¡A ver qué te parecen!